Colombia: La epidemia de desinformación en tiempos de Covid-19
- Nosis
- 29 abr 2020
- 4 Min. de lectura
Por Lucero Pantoja
El intercambio de información entre los cibernautas se ha convertido en la mayor estrategia y, en cierto punto, una retroalimentación desesperada por mantener contentos a los seguidores y. por qué no, conseguir la mayor cantidad de ‘me gusta’ para ser reconocido en el mundo de las redes sociales. Pero si a medios de comunicación se refiere, ha sido construida una pirámide de conectores informativos para que, en plena pandemia mundial de coronavirus (Covid-19), prevalezca un virus que ha paralizado a millones de personas en todo el mundo.
Como producto de ese mismo virus, los noticieros han sido invadidos por desinformación, que es lo que genera mayor audiencia y hace que los afanados directores de emisión recurran a las constantes invitaciones de médicos y especialistas epidemiológicos, que han explicado la gravedad del asunto durante el transcurrir de un aislamiento obligatorio decretada por el gobierno de cada país. Pero en el caso de nuestra bella ‘Polombia’, esto pinta de maravilla para colegas en los medios masivos, como la radio, la televisión y, ahora, las detonantes redes sociales.
Lo que parece un ‘confinamiento casi infinito para todos’, está haciendo que las personas padezcan de ansiedad, sedentarismo y conflictos familiares. Todo lo anterior, aunado al desespero de no quedarse en sus casas, ha provocado una búsqueda de alternativas como el teléfono móvil para “informarse” sobre impacto del Covid-19. Es así cómo navegan por el bajo mundo del internet para encontrar el titular de mayor frecuencia: coronavirus, un protagonista sin límites, que obtiene una importante relevancia en redes sociales como Facebook y Twitter. Este ‘personaje’ moviliza destacadas publicaciones que van desde testimonios desgarradores de pacientes infectados, hasta palabras conmovedoras por médicos que arriesgan sus vidas para salvar vidas en las afanadas y lamentables salas de cuidados intensivos; incluso estas publicaciones van acompañadas de imágenes que permite al público sentir tristeza alguna junto a una compasión de igualdad absoluta.
Los cambios mentales constantes mentales están llevando, de manera desesperada, a compartir contenidos de reconocidos medios de comunicación sobre el mismo tema del día: Covid-19, con prisa y sin calma, se dan alertas de que el virus se está llevando de este mundo a miles de personas. Una red social que se presta para ser el medio por el que se emiten estas alarmas es WhatsApp, una aplicación sin precedentes. En estos días, usuarios reenvían información sin ser verídica. En muchos casos, comparten enlaces para ingresar y recibir ayudas por parte del Gobierno de Duque, pero que, lamentablemente, terminan siendo falsos; haciendo que los ingeniosos se aprovechen del engaño para robar información personal, y así continuar con más estafas. Por la falta de información genuina y completa, suceden este tipo de desórdenes. A razón de lo anterior, es importante informarse y retroalimentar con responsabilidad informativa, para que no haya confusiones y engaños.
Por otra parte, hay quienes no desisten de planear y llevar a cabo múltiples ardides, ni siquiera en este suceso mundial, marcado por situaciones caóticas y precarias, ante una crisis mundial; sobre todo aquello en los que se ve que la clase alta se derrumba financieramente a falta de personal laboral, quienes piden a gritos ayudas económicas por los despidos masivos.
En Colombia, los grandes magnates están haciendo su ‘agosto’. Las entidades financieras se muestran como los buenos samaritanos, ofreciendo créditos para endeudar a los miles de nacionales que viven del día a día, y, en su afán de recibir ayuda alguna del Gobierno, comienza una ola de tensión en Facebook, observando las páginas de dicha red con la esperanza de obtener una buena noticia del día. Pero la avalancha del coronavirus no se resiste en acabar, y continúa la llegada de informaciones negativas de rebrotes por cuenta del virus.
Las llamadas ‘noticias falsas’ (también conocidas como fake news) les han pasado la cuenta a muchas personas por inocentes. Por ejemplo: en la ciudad de Cali hubo un caso una cadena de alimentos que entregaba masivos mercados a la población civil, en medio de la necesidad. Mucha gente se dirigió hasta el coliseo María Isabel Urrutia, pero la desinformación le jugó una mala pasada a muchos cuando el alcalde de la ciudad, Jorge Iván Ospina, explicó que se trataba de una información falsa. Allí, los mañosos se aprovecharon de la precaria situación de los ciudadanos.
Con frecuencia se replican estas informaciones engañosas con facilidad y sin sensatez. Otro ejemplo: el Ministerio de Salud afirmó que debía usarse, de manera obligatoria y como medida preventiva, el tapabocas para movilizarse en las calles. Desde ese momento, las droguerías de barrio incrementaron el valor del mismo. Cuando, por un precio de $400 a $500 pesos se conseguían, ahora por la gran temporada del coronavirus, se vende entre $2.000 y hasta $8.000 pesos. Se dice que ‘somos vivos por naturaleza’, no obstante, lo peor de todo es no encontrar ninguno de ellos en las farmacias del país. De nuevo el Ministerio de Salud, en su mañosa ingenuidad, pretendía anunciar que el uso del tapabocas ya no era necesario, días después da un reverso en su decisión en la utilidad del tapaboca, ahora en tela. Y a eso hay que añadir las órdenes que desafían los comunicados de la OMS y ponen en riesgo la salud de los colombianos.
Lo que circuló como una esperanza para algunos, se convirtió en una ilusión. Ya que se dio el caso en el que, mensaje tras mensaje, se aseguraba la entrega de un subsidio de $7.000.000 por parte del Ministerio de Trabajo. Desgraciadamente, la misma entidad instó a hacer caso omiso a este tipo de información, pues la auténtica solo se dará de manera oficial a través de su página; algo similar le ocurrió a la ONU. Todos esos comunicados se ven reducidos a expectativas falsas y sin restricción. Aunque el señor Zuckerberg ha expresado algo sobre controlar este tipo de contenidos, tal parece que no habrá medidas que frenen esta clase de informes dudosos. Posiblemente continuaremos viendo este tipo de informaciones, con engaños para la clase obrera, sin alguna compasión. Y siendo así, será inevitable disminuir esta pandemia de la desinformación masiva, todo porque esto, más que una crisis, se convirtió en desafinada moda.
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